Conexiones Luminosas Cósmicas

miércoles, 20 de febrero de 2013

El Elefante Encadenado





Cuando era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de ellos
 eran los animales, 
dentro de ellos, mi preferido era el elefante. 

Durante la función, la enorme bestia impresionaba a todos por su peso, tamaño y 
sobre todo, por su descomunal fuerza. 

Pero, después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario,
 uno podía encontrar al elefante detrás de la carpa principal, atado mediante 
una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada
 en el suelo. 
La estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros 
en la tierra y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal
 era capaz 
de arrancar 
con facilidad la estaca y huir. 

El misterio es evidente: ¿Por qué el elefante no huye, 
arrancando la pequeña estaca, con el mismo esfuerzo 
que yo necesitaría para romper un palito de fósforos?, 
¿Qué fuerza misteriosa lo mantiene atado impidiéndole huir? 

Tenía unos siete u ocho años, y todavía confiaba en la sabiduría de las personas grandes. 
Pregunté entonces a
 mis padres, maestros y tíos, buscando respuestas a ese misterio. 
No obtuve una respuesta coherente. 
Alguien me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. 
Hice entonces la pregunta obvia:
 “Si es cierto que esta amaestrado, entonces... 
¿Por qué lo encadenan?” No recuerdo haber recibido ninguna
 respuesta que me satisficiese. 

Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca, 
sólo lo recordaba cuando me encontraba con gente que me daba respuestas incoherentes 
por salir del paso, en ocasiones encontraba otras personas que también se habían hecho 
la misma pregunta. 

Hasta que un día encontré una persona, lo suficientemente sabia, que me dio una respuesta
 que al fin me convenció:
 "El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca toda su vida
 desde que era muy pequeño". 

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño elefantito, con solo unos días de nacido,
 sujeto a la estaca.
 Estoy seguro que en aquel momento el animalito empujó, jaló,
 sacudió y sudó tratando de soltarse; 
y a pesar de todo su esfuerzo no pudo librarse. 
La estaca era ciertamente muy fuerte para él. 

Podría asegurar que el primer día se durmió agotado por el esfuerzo infructuoso, 
y que al día siguiente volvió a probar
y también al otro y al que seguía... Hasta que un día, un terrible día, 
el animal aceptó su impotencia, 
y se resignó a su destino. El elefante dejó de luchar para liberarse. 

Este elefante enorme y poderoso no escapa porque CREE QUE NO PUEDE HACERLO. 
Tiene grabado en su mente el recuerdo de sus, entonces inútiles esfuerzos,
 y ahora ha dejado de luchar, 
no es libre, porque ha dejado de intentar serlo. Nunca más intentó poner a prueba su fuerza. 


Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados
 a varios cientos de estacas 
que nos restan libertad. Vivimos creyendo que "no podemos" con un montón de cosas, 
simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. 

Grabamos en nuestra mente: No puedo... no puedo y nunca podré. 
Crecimos portando ese mensaje que nos
 impusimos a nosotros mismos, y nunca más lo volvimos a intentar. 

La única manera de saber cuales son nuestras limitaciones AHORA, 
es intentar de nuevo, poniendo 
en el intento TODO NUESTRO CORAZÓN. 

Espero que esta simple historia te cargue de energía como para creer que... 
¡en la vida no hay imposibles! 
By  Jorge Bucay

Me  encanta  compartir  esto temas que alimentan el alma 

Reciban  abrazos  de colores ¡¡¡

LUIS FERNANDO 11:11

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